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Una reseña de un libro que trata aspectos sociológicos del boxeo, su importancia y sus perspectivas.
Loïc Wacquant. Entre las cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de un boxeador, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006, 251 páginas.
Entre las cuerdas… son 4 textos articulados en torno a una práctica, la del boxeo.
El mundo sobre el que trata el libro es uno que va empequeñeciéndose lentamente, ya desde el primer texto -“La calle y el ring”, el más denso de los cuatro-, a medida que las preguntas sobre el barrio, sobre la negritud, van dejando paso al gimnasio, al deporte.
Más cerca de Goffman que de Malinowski, Wacquant se cierra sobre el boxeo a partir de una premisa que por momentos el texto contradice: su escasa codificación, su aprendizaje osmótico, su sentido práctico. El “estar ahí”, a partir de esa premisa, se revuelve en capas cercanas al misticismo.
A Wacquant le gustó pelear. Sus notas al pie revelan por momentos un candor que si el discípulo americano de Bourdieu fuera Paul Rabinow se diría ironía: en una de ellas cede el sentido de una práctica a partir de un ejemplo en el que a él le partieron la nariz y lo llenaron de sangre; en otra confirma que los boxeadores son “gente llena de dulzura, ávida de exteriorizar la amabilidad que les está prohibida entre las cuerdas”.
En su largo peregrinar hasta una velada pugilística (“Una noche en el Studio 104”), su dominio de la tensión narrativa no subsana el estrecho punto de vista del narrador, que aún después de muchos años de haber hecho el trabajo de campo, escribe principalmente sobre sus amigos de gym y tiene poco para ofrecer sobre ese aspecto particular, el ring, que la investigación finalmente minimiza.
En efecto, ese ejercicio sin sujeto largamente considerado a partir del entrenamiento no se estructura, para Wacquant sobre el cuadrilátero sino sobre ciertos roles y sociabilidades en marcos específicos (ghetto negro, desertificación urbana), y sobre el sacrificio, concepto que reconsidera a partir de su investigación pero mirando al Durkheim de las formas elementales en el capítulo homónimo.
Había leído de este autor la traducción al español de uno de sus más conocidos artículos obre el tema, publicada en la notable compilación de Javier Auyero, Caja de herramientas.
Ese texto destronaba la agitación romántica que puede hallarse en muchas páginas de Entre las cuerdas…, condensada en los bordes que el autor le impuso a las fotos en blanco y negro que tomó en su investigación: bordes de rollo con membretes como “kodalux processing” o “Fuji RHP”.
Por momentos, el mundo del gym deja de parecerse a una caja negra y el libro nos entrega la visión de sus larguísimas terminales nerviosas que se extienden por el barrio, la ciudad, la cárcel, las instituciones y las sombras de estas instituciones…pero en esos momentos, Wacquant, en lugar de derivar en enfoques sobre la dispersión, sobre la percibible entropía del gimnasio, sobre los perdedores y los intratables, lanza consignas sobre el carácter indiviso de la experiencia y su numinosa estatura (“considerar el boxeo desde un punto de vista soberano de un observador fuera de juego, extirparlo de su propio tiempo, es someterlo a un cambio que lo destruye como tal”) y se dedica a guiarnos hasta el relato final (“«Busy» Louie en los Golden Gloves”) en el que describe su bautismo de fuego.
En tanto concibamos al libro de Wacquant como lo indica el subtítulo, su lectura -considerada junto con otras tantas etnografías- nos permitirá admirar el dominio del sociólogo en esos campos. Pero aún debemos esperar otras aproximaciones para que el gym y el ring, en tanto territorios inteligibles y de intelección, definan con mayor precisión reflexiones sociológicas sobre esta práctica deportiva en particular.
En:
http://tapera.info/?p=327
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Una reseña de un libro que trata aspectos sociológicos del boxeo, su importancia y sus perspectivas.
Loïc Wacquant. Entre las cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de un boxeador, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006, 251 páginas.
Entre las cuerdas… son 4 textos articulados en torno a una práctica, la del boxeo.
El mundo sobre el que trata el libro es uno que va empequeñeciéndose lentamente, ya desde el primer texto -“La calle y el ring”, el más denso de los cuatro-, a medida que las preguntas sobre el barrio, sobre la negritud, van dejando paso al gimnasio, al deporte.
Más cerca de Goffman que de Malinowski, Wacquant se cierra sobre el boxeo a partir de una premisa que por momentos el texto contradice: su escasa codificación, su aprendizaje osmótico, su sentido práctico. El “estar ahí”, a partir de esa premisa, se revuelve en capas cercanas al misticismo.
A Wacquant le gustó pelear. Sus notas al pie revelan por momentos un candor que si el discípulo americano de Bourdieu fuera Paul Rabinow se diría ironía: en una de ellas cede el sentido de una práctica a partir de un ejemplo en el que a él le partieron la nariz y lo llenaron de sangre; en otra confirma que los boxeadores son “gente llena de dulzura, ávida de exteriorizar la amabilidad que les está prohibida entre las cuerdas”.
En su largo peregrinar hasta una velada pugilística (“Una noche en el Studio 104”), su dominio de la tensión narrativa no subsana el estrecho punto de vista del narrador, que aún después de muchos años de haber hecho el trabajo de campo, escribe principalmente sobre sus amigos de gym y tiene poco para ofrecer sobre ese aspecto particular, el ring, que la investigación finalmente minimiza.
En efecto, ese ejercicio sin sujeto largamente considerado a partir del entrenamiento no se estructura, para Wacquant sobre el cuadrilátero sino sobre ciertos roles y sociabilidades en marcos específicos (ghetto negro, desertificación urbana), y sobre el sacrificio, concepto que reconsidera a partir de su investigación pero mirando al Durkheim de las formas elementales en el capítulo homónimo.
Había leído de este autor la traducción al español de uno de sus más conocidos artículos obre el tema, publicada en la notable compilación de Javier Auyero, Caja de herramientas.
Ese texto destronaba la agitación romántica que puede hallarse en muchas páginas de Entre las cuerdas…, condensada en los bordes que el autor le impuso a las fotos en blanco y negro que tomó en su investigación: bordes de rollo con membretes como “kodalux processing” o “Fuji RHP”.
Por momentos, el mundo del gym deja de parecerse a una caja negra y el libro nos entrega la visión de sus larguísimas terminales nerviosas que se extienden por el barrio, la ciudad, la cárcel, las instituciones y las sombras de estas instituciones…pero en esos momentos, Wacquant, en lugar de derivar en enfoques sobre la dispersión, sobre la percibible entropía del gimnasio, sobre los perdedores y los intratables, lanza consignas sobre el carácter indiviso de la experiencia y su numinosa estatura (“considerar el boxeo desde un punto de vista soberano de un observador fuera de juego, extirparlo de su propio tiempo, es someterlo a un cambio que lo destruye como tal”) y se dedica a guiarnos hasta el relato final (“«Busy» Louie en los Golden Gloves”) en el que describe su bautismo de fuego.
En tanto concibamos al libro de Wacquant como lo indica el subtítulo, su lectura -considerada junto con otras tantas etnografías- nos permitirá admirar el dominio del sociólogo en esos campos. Pero aún debemos esperar otras aproximaciones para que el gym y el ring, en tanto territorios inteligibles y de intelección, definan con mayor precisión reflexiones sociológicas sobre esta práctica deportiva en particular.
En:
http://tapera.info/?p=327
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